20 de agosto de 2013

La historia del vuelo JK5022

Hace ya 5 años del dramático accidente aéreo producido en Madrid-Barajas (20 de agosto de 2008, a las 14:24 hora local). Un avión McDonnell Douglas MD-82 de la desaparecida Spanair, con registro EC-HFP, se disponía a despegar rumbo a Gran Canaria pero se estrelló cuando apenas volaba unos pocos metros sobre la pista. Las causas totales de ello aún se desconocen, no obstante, la investigación está cerrada declarando la culpabilidad a los pilotos, fallecidos 'in situ', por una serie de errores humanos cuando aún quedaba por aclarar la parte técnica, más en concreto el problema causado por el relé y la sonda RAT desde antes de la salida y la falta de avisos o alarmas TOWS en el despegue indicando que los flaps no se extendieron. Al final, no hay verdad sobre lo sucedido.
Actualmente, se sigue luchando por descubrir la exactitud de los hechos ocurridos a pesar que la CIAIAC ha dado fin al asunto. La AVJK5022 (Asociación de Víctimas del Vuelo JK5022) y otras agrupaciones uniendo fuerza y volumen, continúan intentándolo con todos sus recursos posibles, mediante difusiones como el documental ‘JK5022: Una cadena de errores’ o los múltiples contactos con instituciones en España, e incluso los internacionales, para intentar reabrir el caso.

 
A título personal, podría decir que estuve indirectamente vinculado con el accidente, sí. Lo siento y lo recuerdo como si fuera ayer.
Ese día trabajaba en el aeropuerto de Lanzarote, precisamente en la empresa Newco, filial de handling de Spanair, en las labores de facturación y embarque siendo asignado en un turno de 9:00 a 17:00 (a partir de entonces las horas son locales, GMT-0). Todo iba en orden, tras un vuelo matinal ya facturado y embarcado, creo que con destino Sevilla, llega nuestra hora punta con dos vuelos a Madrid, JK5107 y JK5117 casi a la misma hora sobre las 13:00 de la tarde y dos horas después tocaba la salida del vuelo a Barcelona, JK5267, con retraso de casi tres horas. Pasadas las 17:00 horas despegaría el vuelo JK8651 con destino Bilbao. Ambos operados con Airbus A321.
Los aviones con destino Madrid, MD-83 y MD-87, tras estar embarcados y listos para partir finalmente se quedaron en tierra debido al cierre del aeropuerto en Madrid. ¿Qué pasó? ¡Un accidente aéreo! Ahí empezaba a hacerse notar el desconcierto entre los presentes en el aeropuerto lanzaroteño. Inicialmente pensaba que debía tratarse de una compañía aérea con dudosa seguridad (de esas de la lista negra emitida por la UE) o algo similar. Luego empezamos a enterarnos que se trataba de un avión de nuestra compañía durante el despegue y databan de unos 20 fallecidos. Para susto de una compañera nuestra, su madre viajaba en un vuelo Madrid – Gran Canaria ese mismo día, pero por suerte iba en otro avión.
Las cosas se ponían feas en el 'hall' de facturación, el área donde estuve de principio a fin: todo era muy lento y tedioso, pues no solo había que atender a los pasajeros del vuelo a Barcelona y Bilbao, sino que habían varias personas que iban a otros destinos vía Madrid y había que cambiarles la conexión, ofrecer hojas de reclamaciones, dar avisos de retirada de maletas de los vuelos a Madrid e incluso de todo aquel pasajero que por pánico decidía no volar, además, las máquinas de auto-facturación quedaban muchas veces fuera de servicio ya que se le daba mal uso, todo ello debido al nerviosismo de los pasajeros. Lo dicho, caótico.
Se acercaba la hora programada de mi fin de turno y también el de muchos compañeros, pero no nos informaban si debíamos continuar trabajando o podríamos irnos. También preguntábamos sobre el accidente y tampoco sabían nada, sólo la misma información dada al principio.
Recuerdo que en un puntual momento me telefonean desde la puerta de embarque preguntando si quedaban muchos pasajeros del vuelo a Barcelona que se encontraba en fase de ‘última llamada’, con el retraso a sus espaldas. Les comunico que les llamo una vez haya preguntado, lo hago y les informo de unos 30 pasajeros pendientes de facturar, ésta persona me había llallamó la atención por la lentitud, a lo que respondí: “¡Pues échame una mano, que esto es un desastre!”.
Ya despegaron los vuelos rumbo a Barcelona y Bilbao, ambos con retraso acumulado, y se resolvieron los servicios correspondientes a la cancelación de los vuelos a Madrid, que partirían al día siguiente pasadas las 7:00 de la mañana. Pero el personal de Newco aún permanecíamos en el aeropuerto de Lanzarote, puesto que quedaba mucho "papeleo" por terminar y un vuelo a Madrid programado a las 20:10 que tuvo suerte de poder salir aunque con retraso de dos horas, era operado por un avión Airbus A320. Lo facturamos correctamente pues la situación ya estaba algo calmada, entre otras cosas debido a que no iba lleno de ocupación y el desconcierto de muchas personas sobre la situación se iban disipando, principalmente porque a esa hora empezaba a normalizarse las operaciones aéreas en Madrid-Barajas tras permanecer cerrado varias horas.
Por fin nos autorizan poder abandonar nuestros puestos de trabajo, excepto los que tenían el turno para cubrir el embarque del último vuelo. Eran entonces las 19:30, completándose una jornada que acumuló dos horas y 30 minutos de trabajo extra para mi casillero, es decir, 10 horas y 30 minutos trabajados el día 20 de agosto de 2008. En ese momento, debido a la carga de trabajo, apenas me acordaba del accidente y sentía felicidad por el trabajo cumplido y logrado a pesar de las circunstancias dadas, pero ese momento de alegría no duró muchos minutos. Nada más llegar a casa y ver en la televisión los numerosos vehículos de bomberos y ambulancias en la zona afectada, el humo que desprendía el MD-82 calcinado, las lágrimas de los seres más cercanos a las víctimas, etc. me derrumbaron. No hubo tristeza mayor para alguien que además de tener su dedicación laboral en el sector aeroportuario tiene pasión por la aviación.
Los días siguientes fueron habitualmente de silencio total y cierta angustia, realizo seguimiento de las noticias acerca de lo sucedido, sin embargo era todo tan repetitivo, poco informador y, en el peor de los casos, aberrantes y desfasados donde incluso intervenían programas que no eran acordes a este tipo de sucesos (véase prensa rosa, por ejemplo), haciendo necesario entonces apagar la TV y esperar a los informes emitidos por CIAIAC, que al final de poco sirvió la paciencia porque castigaron a quienes ya se habían ido y tampoco se esmeraron en aportar indicaciones completamente válidas con el fin de evitar que vuelvan a repetirse percances técnicos como el sufrido en Madrid-Barajas. Aunque bien es cierto que el accidente del JK5022 tuvo una enorme similitud con otro avión MD-83 de MapJet operando para Air Comet que casi se estrella en mi isla, Lanzarote, en mayo de 2007, y tampoco prestaron demasiada atención a éste suceso ni lo relacionaron suficientemente con el de Madrid.
Lo único que consuela a muchos es el apoyo de muchas personas, entre ellos quisiera incluirme, que hemos respetado las situaciones dadas y ayudado de alguna forma u otra, más o menos, a luchar porque se descubriera la verdad sobre lo sucedido y no se mirara a otro lado, además de aportarles todos nuestros deseos de recuperación y ánimos tanto a los allegados como a los propios pasajeros del vuelo accidentado, para superar este trágico bache que no parece terminar nunca. He aquí mis condolencias y apoyo a los afectados, no se les olvidará nunca. A la AVJK5022, todas mis fuerzas para cumplir con el objetivo de la verdad y el respeto a las víctimas.



(Foto de archivo, tomada el 20 de marzo de 2008 en Lanzarote. Adrián A. L. ©)

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